martes, 22 de marzo de 2011

EN ESTOS MOMENTOS TAN SURREALISTAS

           Llego del trabajo (ahora tengo) después de haber comido un suculento plato con postre incluído más café, otros días, 1er y 2ºplato, mis necesidades, más que cubiertas. Releo el artículo sobre Rafael en el blog Crisol y pienso en la gente que está perdiendo su casa por no poder afrontar el pago de la hipoteca; enciendo la tv y vuelvo a ver el desastre de Japón, gente, con nombre y apellido e historias únicas e intransferibles que lo ha perdido todo... muchas, hasta su propia vida; otra noticia, hay luz verde para que el ejército español entre en Libia. Empiezo a sudar. Y me pregunto: ¿cuándo coñ. (perdón) vamos a comportarnos como personas civilizadas?, y si la civilización integra la guerra, detesto la civilización.


          Unos a favor, otros en contra. Me viene a la cabeza una entrevista de una persona, quien, con independencia de su ideología política, subrayo, persona, despierta mi admiración. Perdió un hijo, periodista, por un reciente conflicto bélico, y decía así: "maldigo a la guerra y a quienes la promueven". Entonces, vuelvo a pensar: es cierto que cualquier actividad violenta, sea focalizada en un pequeño punto, en un gran grupo o en un pueblo o país, merece, desde mi modesta opinión absoluto rechazo, si bien, algunas veces considero que debemos tomar partido y "mojarnos" con algunas decisiones. Decisiones que defienden derechos humanos y que velan por su cumplimiento.
  
     Ahora, surge otra pregunta: ¿es importante el "móvil"?, es decir, el motivo por el que tomo partido? A mi parecer no todas las razones son igual de lícitas ni éticas, si bien, a veces, por cualquiera de los caminos se necesita llegar a un objetivo, en este caso, el asegurar los derechos humanos. No argumento con ello ni mucho menos defiendo que el fin justifica los medios.

    Un ejemplo que me hace "desorganizar" las pocas neuronas que me quedan: si en un partido de fútbol, vemos cómo nuestro hijo cumpliendo las normas junto con otros compañeros de equipo sufre la agresión de otro u otros que las incumplen (o al contrario, nuestro hijo se comporta de una manera agresiva), ¿qué debemos hacer?, ¿dejar que se peleen entre ellos y se partan la cara? (perdón por la escenita), ¿no tomar partido en la separación?. ¿movernos y hacer algo?

   Está claro, que en el caso de Libia, no podemos separar a sus dirigentes y quitarles la "play" como castigo, está claro, pero digo yo: Tantas veces que decimos a nuestros hijos e hijas que no peleen, que solucionen los problemas hablando... me pregunto ¿qué lectura pueden hacer de un mundo en el que los países son incapaces de llegar a acuerdos mediante la palabra, Dios mío, la palabra, con toda la consistencia que encierra, y necesitan echar mano de la fuerza a cañonazos?

   Supongo que en el partido de fútbol, pueden pensar que el que de los puñetazos más fuertes es el que tiene la razón. ¿no?

   Amigos y amigas: hoy izo y alzo mi bandera en la que el único himno es aquel que canta al  respeto de la integridad física y la integridad moral, en Libia, Afganistán, Irak, y en la puerta de mi casa.

   Ojalá cada palabra amable fulminara un arma.

2 comentarios:

  1. Así sea...
    Arriba IKEA
    .......Libre y justo
    Con ello sería suficiente
    sin alharacas...
    ...............Saludos.J.Antonio

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